"Cuenta la
leyenda que una vez existió una princesa de nombre Melibea. Dicha princesa era
el orgullo de sus padres, poseía una gran belleza acompañada de un gran
intelecto y de un noble corazón.
Ella era
feliz en su castillo junto a sus padres, allí tenía todo lo que pudiera desear. Pero como
era de naturaleza inquieta un día decidió salir a ver que había más allá de los
límites del castillo.
Decidió
emprender esa aventura para ver como era
la vida al otro lado de los muros del castillo. Quería
experimentar todo aquello que en su vida en el castillo tan solo alcanzaba a imaginar.
Se escondió
bajo la capa que le cubría para que nadie la reconociera y de ese modo echar a
perder su aventura antes de que empezara.
Así que no
se lo pensó dos veces, emprendió camino en busca de la tan ansiada aventura que había florecido en su cabeza,como
florecen las flores en primavera.
Se puso en marcha
a través del bosque, no había tiempo que perder. Se sorprendió con la facilidad
que había burlado a los guardias que custodiaban el castillo.
El camino
que había emprendido se le estaba haciendo interminable, aunque caminara a buen
paso. Pero eran tantas las ganas que tenía por conocer ese mundo imaginado que
deseaba con todas sus fuerzas que al fin ese mundo creado en su imaginación se
hiciera realidad, quería verlo con sus propios ojos.
El aire
jugaba con sus rizos, aunque ella no apreciara ese pequeño detalle debido a la
gran excitación por querer llegar cuanto antes a ese nuevo mundo que la estaba
esperando.
Al fin ese
mundo apareció ante ella y con los ojos como platos, lo recibió.
Eran tantas
emociones que el corazón se le iba a salir del pecho.