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miércoles, 30 de marzo de 2016

“Un cuento para la reflexión….”

LA MARIPOSA

Un hombre encontró un capullo de mariposa y se lo llevó a casa para poder
ver a la mariposa cuando saliera. Un día vio que había un pequeño orificio y
entonces se sentó a observar por varias horas, mientras la mariposa luchaba
por salir del capullo.
El hombre vio que forcejeaba duramente para poder pasar el cuerpo a través
del pequeño orificio del capullo, hasta que llegó un momento en el que dejó de forcejear, pues aparentemente no progresaba en su intento y parecía que se había atascado. Entonces el hombre, bondadosamente, decidió ayudar a la
mariposa y con una pequeña tijera cortó un lado del orificio del capullo para
hacerlo más grande. Así por fin, la mariposa pudo salir.

Sin embargo, al salir la mariposa tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas
pequeñas y dobladas. El hombre continuó observando, pues esperaba que en
cualquier instante las alas se estirarían y crecerían lo suficiente para soportar
al cuerpo, que se contraería al reducirse la hinchazón. Ninguna de las dos
situaciones sucedieron, y la mariposa solamente podía arrastrarse en círculos
con su cuerpecito hinchado y sus alas dobladas…. Nunca pudo llegar a volar.
Lo que el hombre en su bondad y apuro no entendió fue que la restricción de
la apertura del capullo y la lucha de la mariposa para salir por el diminuto
agujero, era la forma en que la naturaleza forzaba los fluidos del cuerpo de la
mariposa hacia las alas, para que estuviesen grandes y fuertes para volar.
La libertad y el volar solamente podrían llegar luego de la lucha. Al privar a la
mariposa de la lucha, también se le quitó su esencia.

Algunas veces las luchas son lo que necesitamos en la vida. Si se nos
permitiese progresar por nuestras vidas sin obstáculos, nos convertiríamos en
inválidos. No podríamos crecer y ser fuertes, ni ser nosotros mismos.
¡Cuánta verdad hay en esto! Cuántas veces hemos querido elegir el camino
corto para salir de dificultades, tomando unas tijeras y recortando el esfuerzo
para poder ser libre.

Necesitamos recordar que nunca recibimos más de lo que podemos soportar,
y que a través de nuestros esfuerzos y caídas somos fortalecidos así como el
oro es refinado con el fuego.


1 comentario:

  1. Es cierto que muchas veces somos demasiado protectores con nuestros hijos al querer evitarles cualquier tipo de daño, y deberíamos dejarlos aprender por si mismos. Pero cuando el sufrimiento es muy grande, cuando las consecuencias pueden ser muy peligrosas y te das cuenta de que no lo ven, que no aprenden, que no salen...quieres a toda costa rescatarlos, aunque sabes que solamente ellos pueden hacerlo. Y es muy triste, y muy duro

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